lunes, 13 de febrero de 2012
CUANDO UNO SE PONE DE IRRESPONSABLE A ESCUCHAR THE DOORS A TODO VOLUMEN.
La vida del rockstar (alquimista de la música)
Entonces no quiero parar de escuchar The Doors. Me retracto mentalmente de todo el plan maquinado y quiero a Morrison encima mío baby, ven y prende mi fuego (that face in the mirror wont go, that girl on the window wont drop) nadie hace nada. Nadie hace nada que los demás esperan que haga. Hombre de bien, mujer respetable. ¿Señora? Jamás, así ya no quiera salir a la calle y el trago me destruya. Joven forever, esa es la vida del rockstar, la juventud eterna. El rock, cuando se descubre en su pura esencia, es el elixir de la eterna juventud, la dichosa piedra filosofal. Los rockeros son los alquimistas de la música entonces, en un proceso que requiere de viajes psicodélicos, arrojadas a una piscina desde un noveno piso, aprender a construir una máquina para hacer pájaros que encienda Bubalina todas las mañanas; para ser rockero se tiene que estar dispuesto a todo: mil chicas en tu cama con diminutas tangas y tetas perfectas, limosinas con Jack Daniel´s Old No. 5, Tennessi special, setenta mil personas cantando tus canciones muriéndose por tocarte. Pero la juventud eterna es un visaje, un yugo, un peso que se tiene que cargar por siempre. Vivir atormentado de sentido, esta sí es la parte más pesada, por eso mueren jóvenes, a los 27, los días que son suficientes para vivir, si se sabe cómo, todas las cosas que se pueden vivir en cinco vidas.
Como Hippie en Woodstock (let it roll, baby roll)
Ahora suena Roadhouse Blues, más enérgica y menos depresiva y no sé porque me dio por escribir tan frenética, aunque también me dieron ganas de bailar, bailar así, descachalandrada con la melena revolcada en colores de flores que se derriten en una pradera de pasto ocre en un barrial, así me imagino Woodstock, una pradera gigante con colores en el cielo y algunos charquitos que forman lodo, y yo ahí , con un vestido habano untada de barro seco bailando a lo que da let it roll baby roll, all night long. Toda la puta noche, yeah!
Jinetes en la tormenta, atrapen al asesino y dejen a los niños jugar.
Nacimos en esta casa, en este mundo nos arrojaron. Lidiar con la existencia es cosa seria. La música es el refugio para esa tormenta, hay que ser un jinete del camino . pero es peligroso también, acumula mucho sentido, mucha sensibilidad y así como puede liberar, puede condenar. Puede llevar a alguien a escribir la canción más triste del mundo donde prediga un final, beautiful friend, un final de todos los planes elaborados, de todo lo que está en pie, el fin, no hay salvación, pero tampoco sorpresa, el fin, y nunca volveré a mirarte a los ojos. El final que carece de límites y es libertad. Poeta, Morrison poeta, borracho, insolente y bello, caminando retrechero por el metro de París cantando alguna canción triste con las guitarras viejas de los clocachards mientras se bogaba cualquier trago barato. Era un irresponsable por escribir esas canciones tan densas.
El día que me comí el primer ácido vi música. Y era morada.
Sacrificar tu salud mental, renal, arterial, cardiaca, linfática etc, etc, hace parte del valiente y difícil oficio del rockstar, por eso no son muchos los que existen. La relación entre la musa y el poeta sólo se logra en un trance psicodélico que dura unas ocho horas. LSD es la herramienta para lograr el acceso a ese mundo de sinestesia donde la música es, en uno sólo, los cinco sentidos. Se oye, se siente, se saborea, se ve y se huele. El día que lo probé, todo se puso violeta (and the sky was made of amethyst, and all the stars looked just like Little fish). La ansiedad de la espera fue un poco perturbadora. No sabía qué me iba a pasar, sólo tenía claro que iba a ver ese mundo que sólo ven los rockers, esa sinestesia, conjugación de sentidos, resabiados, porque de ahí hasta el final, lo que se venga y cómo se venga, y olvídese del miedo; en realidad, casi nada se puede controlar. Después, cuando fui al concierto de Roger Waters en su gira The Dark Side of the Moon, la pantalla proyectora que mostraba la imagen de una negra cantando The Great Gig in the Sky con la luna llena de fondo y un filtro morado, me di cuenta que la música es morada. No en vano Roger eligió este color. Dicen que todos los colores juntos hacen el negro. Yo creo que todos los colores del mundo juntos hacen el morado, y en los colores del mundo está ella, musa eterna de canciones tristes, mi amiga y archienemiga que me grita toda la verdad en la cara. Música, compañera eterna en este y todos los viaje. Todos los sonidos del mundo juntos hacen el morado, este es un poco más oscuro. Es saludable comer morado al desayuno, después, también, y por la noche, aún mejor. Que todos cierren los ojos y sólo puedan ver morado. El ritmo que crea el latido del corazón no es nada más que el baile del alma. Cuando uno está agitado es porque hay una parranda en ese mango. Por eso la cocaína, para acelerar el ritmo y formar una parranda.
La vida del rocker siempre es fugaz, un poco solitaria, un poco vuelta mierda. Más que nada es inconclusa, como quedará este artículo. Porque rocker que se respete no ha dejado nada terminado. Sólo vacío, lágrimas de gruppie y sobretodo…silencio.
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http://www.revistaneon.net/index.php?option=com_k2&view=item&id=578%3Ala-vida-del-rockstar-alquimista-de-la-música&Itemid=46
ResponderEliminar"Come on you raver, you seer of visions, come on you painter, you piper, you prisoner, and shine!"
ResponderEliminar...No sabría qué decir pero era importante dejar algo. El rock es sólo el reflejo del alma, en este caso la tuya... Se necesita tenerla dentro para que quede plasmado todo lo que decís en la música... también se necesita del alma para alcanzar la sensibilidad necesaria y asimilar lo que las palabras no pintan tan claro si no llevan un acorde encima... Y al final, esto y nada es lo mismo.